CIEN AÑOS DE SOLEDAD (1967). GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ
Como ya sabes, este libro se ha convertido en una de las obras fundamentales de la literatura escrita en español de todos los tiempos. Espero que su lectura te resulte tan gratificante como a los millones de lectores que ya han disfrutado de él en todo el mundo.
Adentrarse en sus páginas es como viajar a un mundo mágico y exótico que permanecerá en tus recuerdos para siempre: nunca más te librarás de la presencia embrujadora de Úrsula, desearás poseer la fuerza tenaz de José Arcadio, y puede que te enamores perdidamente de un Aureliano o de la virginal Remedios, la bella.
Durante las próximas semanas te pediré que aportes comentarios sobre el argumento de la novela o que reflexiones sobre algunos de los múltiples aspectos temáticos que ofrece. Si eres persistente y le dedicas el tiempo necesario, te alegrarás de haberte embarcado en esta aventura. Dese luego, también puedes plantearme tus dudas en clase: estaré encantado de ayudarte si te encuentras con algún problema.
Te recuerdo que esta es una lectura voluntaria, por eso me gustaría que me explicases aquí qué es lo que sabes de esta novela o qué esperas de ella. ¿Conoces a alguien que la haya leído?
A continuación incluyo un vídeo y unos textos en los que el autor habla sobre la gestación del libro:
“La historia de Cien años de soledad me estuvo dando vueltas en la cabeza unos quince años. Pero no encontraba el tono que me la hiciera creíble a mí mismo. Un día, yendo para Acapulco con Mercedes y los niños, tuve la revelación: debía contar la historia como mi abuela contaba las suyas, partiendo de aquella tarde en que el niño es llevado por su padre para conocer el hielo [...]
Sin Mercedes no habría llegado a escribir el libro. Ella se hizo cargo de la situación. Yo había comprado meses atrás un automóvil. Lo empeñé y le di a ella la plata calculando que nos alcanzaría para vivir unos seis meses. Pero yo duré año y medio escribiendo el libro. Cuando el dinero se acabó, ella no me dijo nada. Logró, no sé cómo, que el carnicero le fiara la carne, el panadero, el pan y que el dueño del apartamento nos esperara nueve meses para pagarle el alquiler. Se ocupó de todo sin que yo lo supiera: inclusive de traerme cada cierto tiempo quinientas hojas de papel. Nunca faltaron aquellas quinientas hojas. Fue ella la que, una vez terminado el libro, puso el manuscrito en el correo para enviárselo a la Editorial Sudamericana […]
Llevó el manuscrito al correo mientras pensaba: ¿Y si después de todo resulta que la novela es mala?”
[Del libro El olor de la guayaba, conversaciones de Gabriel García Márquez con Plinio A. Mendoza].
A mis 38 años y ya con cuatro libros publicados desde mis 20 años, me senté en mi máquina de escribir y empecé: "Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo". No tenía la menor idea del significado ni del origen de esa frase ni hacia dónde debía conducirme. Lo que hoy sé es que no dejé de escribir durante 18 meses hasta que terminé el libro.
[Extracto del discurso pronunciado por Gabriel García Márquez con motivo del homenaje recibido en su 80 cumpleaños y por los 40 años de la publicación de Cien años de soledad. EL PAÍS, 27/03/2007. Si quieres leer más, pincha en el enlace: Así escribí 'Cien años de soledad'. [20.03.2024/23.59]